lunes, 20 de febrero de 2012

Crystal Fighters en doble formato.

Enérgicos y vibrantes, electrónicos y folk, rápidos y sutiles, rompedores e inesperados, simpáticos y entregados, ingleses y vascos (aunque no a partes iguales) y sobre todo fuertes en el escenario de principio a fin. No sé qué pensarán mis compañeros (aunque creo que no muy diferente a mí), pero Crystal Fighters ha sido para mí el mejor directo que he visto este verano, y el verlo por partida doble ha sido todo un lujo.
Encarabamos el concierto con esa incertidumbre de saber que había un álbum tremendo detrás, cuidado, talentoso y entretenido... de esos que puedes pinchar prácticamente entero una noche y todas las canciones serán bien acogidas. Y prácticamente una sesión, en directo es lo que Crystal Fighters hacen con su disco. Cosas del directo o no, todos los temas introducen alguna variación al original grabado, que, unido al dinamismo que ya de por sí tienen las pistas de estos chicos hace que estés saltando de principio a fin del concierto, sea para 100 o para 10000 personas.
Esto último lo hemos comprobado bien en las dos citas en que hemos disfrutado de los fighters en directo.

La primera en un ambiente masivo, rodeados de guiris sudorosos y mdma en Benicassim, en el FIB. Un ambiente magnífico para ver a los Criystal Fighters por otra parte. Miles de personas saltando a la vez, sintiendo retumbar el pecho... porque esa es otra, la traya que le meten al bajo y que te hace retumbar el pecho desde el minuto 1 hasta que oyes el: "País Vasco to San Francisco" y que te prepara para lo que va a venir. Y lo que va a venir no tiene desperdicio, es una sucesión de temas, a cuál mejor, tocados con una fuerza arrolladora; un chorro de adrenalina liberado en definitiva a lo largo de Xtatic Truth, Plage, la coreadísima I Love London o Follow por poner algunos ejemplos. Con una ejecución notable, un dominio de los instrumentos vascos solvente (txapartela incluida) y un carisma terrible, un conciertazo de principio a fin.


La segunda ocasión en un ambiente mucho más "íntimo", en el Santander Music Festival, en un escenario con mucha menos gente y mucho mejor paisaje. Quizás esta menor cantidad de gente hizo que el concierto fuese algo más tranquilo, que no por ello peor. Eso sí, nada de renunciar a reventar pechos con el bajo al inicio del concierto. Seguramente también este ambiente más íntimo hizo que los fighters se distendieran más y se permitieran hacer una versión de golpes bajos entre sus temas o dejarnos a todos con Mimi en la boca cuando en el I love London les dio por decir Hola, me llamo Sebastian. Aun así, otro conciertazo increíble, aunque esta vez ya íbamos avisados.

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